“El escenógrafo y pintor Enrique Campuzano merece elogios aparte. Su concepción artística fue magnífica y poética: gusto, calidad, brillo misterio y luminosidad al mismo tiempo. Logra efectos fantásticos con un lago de fondo que delata su afinado ojo de pintor, con un cielo pleno de nubes que tiene dramatismo propio. Notable la ascensión de la luna al comienzo del último acto”, opinó la crítica de danza Carmen Gloria Larenas en “El Mercurio”.
Soy un convencido de que la puesta en escena debe estar al servicio de la obra y no ser un medio publicitario para el encargado del diseño. Cada obra viene cargada de mensajes, muchas veces velados, que pueden no ser captados por la gran mayoría. Todos mis maestros me enseñaron que mis trabajos debían ser pensados para aquellos, muy pocos, capaces de notarlo”.