Taller

El taller es mi refugio. No me aísla del mundanal ruido, sólo me protege de sus estragos. De allí he visto cómo Chechenia fue borrada del mapa y también el drama de Bosnios, Croatas y Servios, Palestinos e Israelíes.

He visto como Manhattan perdió su perfil sin las torres Gemelas. Ahora Irak nos trae más sangre vertida. También percibo toda la basura que nos rodea. Para exorcizar tanto dolor y odio circundantes, mantengo el aire lleno de música. Suena casi todos; los antiguos. modernos y populares. Quedan fuera los aburridos.
En el taller viven mis muertos queridos y languidecen de amor las Isoldas y Salomés. Con frecuencia se suicidan las toscas y cantan al amor Orfeos y Fidelios. Y no dejo de lamentar con el Felipe II, de Giuseppe Verdi; ¿Hasta cuándo la santa inquisición?